Cuando piensas en alguien que desborda energía, que se niega a aceptar un «no se puede» y que camina por la vida con una seguridad contagiosa, estás pensando en Chechy Murillo. Su historia podría resumirse en logros y reconocimientos, pero la esencia de Chechy va mucho más allá. Ella es fuerza, es ternura y es una revolución silenciosa que transforma cada espacio que toca.
Ser mujer en una sociedad llena de estándares inalcanzables ya es desafiante. Ser una mujer afrodescendiente, con discapacidad, que decide desafiar el mundo de la moda y la imagen personal, es un acto de valentía. Pero Chechy no se define por su condición ni por las etiquetas que otros quieran ponerle. Su identidad se construye sobre una premisa simple pero poderosa: vivir sin miedo a ser auténtica.
Cualquiera que la haya visto caminar por Medellín sabe que su presencia es imposible de ignorar. Su risa fuerte, su manera de expresarse con las manos y con el corazón hacen que sea inolvidable. Chechy no entra a un lugar, lo llena. Y lo hace con una naturalidad que desarma cualquier prejuicio.

Una mujer llena de valentía, dispuesta a derribar barreras visibles e invisibles
Ser líder, para ella, no es ocupar cargos ni buscar protagonismo. Es entender que su historia tiene el poder de inspirar y que su voz puede abrir caminos. Por eso, cuando habla de inclusión, no lo hace desde la queja, sino desde la acción. Su vida es prueba de que la belleza real es la que se sostiene en la seguridad propia y que la moda, lejos de ser frívola, es una herramienta de empoderamiento.
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Pero más allá de la imagen pública, está la Chechy del día a día. La que disfruta una conversación sincera con un café en la mano, la que se emociona con una buena canción y la que se permite llorar cuando es necesario. Porque ser fuerte no significa ser invencible. Su capacidad de conectar con los demás no viene solo de su historia, sino de su sensibilidad para entender la vida y a quienes la rodean.
Quienes la conocen saben que su energía es contagiosa, que siempre tiene una palabra de aliento y que su risa es capaz de iluminar cualquier espacio. No necesita grandes discursos para inspirar; su vida misma es un testimonio de resistencia, determinación y alegría.
Chechy Murillo no es solo una mujer que ha roto barreras. Es alguien que nos recuerda, con cada paso, que las limitaciones más grandes no están en el cuerpo, sino en la mente. Y si ella ha decidido caminar sin miedo, ¿Qué nos detiene a los demás?