EL IMPUTADO
La imputación de cargos al exalcalde Daniel Quintero no es una sorpresa. Es, más bien, la confirmación de algo que Medellín ya sabía desde hace años: que detrás del discurso ruidoso, de los videos virales y de las arengas contra el sistema, se escondía un proyecto profundamente nocivo para la ciudad.
Quintero no llegó a transformar Medellín; llegó a fracturarla. Su mandato se construyó sobre la base del resentimiento, la división y la mentira.

El imputado ya no puede escabullirse tras un celular.
La ciudad, mientras tanto, retrocedía. En seguridad, gobernabilidad y desarrollo. Las organizaciones sociales fueron instrumentalizadas o ignoradas, los medios de comunicación atacados, y los órganos de control, deslegitimados sistemáticamente. Medellín pasó de ser ejemplo de innovación pública a convertirse en un campo de batalla entre la administración y todos los que no se alinearan a la voz DEL IMPUTADO.
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Ahora, con la justicia tocando a la puerta, repite su libreto favorito: “todo es persecución política”. Porque en su guion no hay espacio para la autocrítica. En el mundo de Quintero, él siempre es el héroe. Aunque las cifras, los hechos y hasta la Fiscalía digan lo contrario.
Pero Medellín ya no está para cuentos. El daño está hecho. El experimento fracasó. ¿Cambio? Cambio el discurso cada vez que le funcionaba. ¿Transparencia? Eso se fue con los primeros contratos. ¿Ciudadanía? Solo si le daba likes.

Subió la inseguridad, se paralizaron los proyectos estratégicos, y la administración se llenó de personajes sin experiencia que sabían más de hashtags que de políticas públicas.
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Daniel Quintero ha sido imputado por corrupción
Pinturita está imputado. Pero más que eso, está desenmascarado. El show se acabó. El libreto ya no aguanta más capítulos. Y los que aún lo defienden, bueno… que se acomoden también en la fila, porque tarde o temprano la ciudad les va a pasar la cuenta de cobro.
El influencer político más famoso de Medellín se enfrenta ahora al único escenario que no puede editar: EL JUDICIAL